Ningún auto ha despertado tanta simpatía popular que el Volkswagen Escarabajo (o como se le llame según cada país), siendo denominado como el auto del siglo XX. Sin embargo su creación data de los años de la Alemania de Adolf Hitler: de hecho fue él quien ordenó la construcción de este auto.
En 1933, Hitler asumió el poder de Alemania. A partir de entonces en paralelo a su industria bélica, fomentó una agresiva campaña de desarrollo industrial, hecha abajo luego de la derrota en la Primera Guerra Mundial, con la intención de superar a sus rivales ingleses y franceses. Uno de sus principales proyectos, en la mira de la máxima eficiencia posible de los trabajadores alemanes, fue la de un medio de transporte económico, sencillo, fiable y capaz de llegar a los 100 km/h.
En 1936, Hitler llamó a un concurso entre diversos fabricantes alemanes para entregar un modelo acorde a su gusto. Uno de ellos, Ferdinand Porsche, entregó un curioso auto en forma de escarabajo de nombre KdFWagen. Este coche cumplía con todos los requisitos, y el factor económico fue muy ventajoso. Cada propietario del vehículo debía pagar 5 marcos alemanes semanales, haciendo de éste un auto de fácil acceso al público: era un verdadero Volkswagen (auto del pueblo en alemán).
Firmado el contrato, Porsche tuvo a disposición una nueva ciudad: la del vehículo KdF (nombrado luego como el Tipo 1) el 26 de mayo de 1938. Cada trabajador debía pagar su cuota semanal hasta llegar al íntegro del costo del vehículo para poder recibirlo. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial cambió los planes: la fábrica tuvo que dejar de construir los Volkswagen para fabricar material bélico sin entregar una sola unidad a los pagantes. 286 millones de marcos de los pagantes pasaron a la financiación de vehículos militares como el Commanderwagen, el Kübelwagen y el Schwimmwagen (o Tipo 166 anfibio), todas obras de Porsche.
Cuando terminó la guerra, Porsche fue enviado a la cárcel. El 25 de mayo de 1945 se reinició la producción de los Escarabajos bajo administración británica. Esta vez, los coches eran construidos con metales reciclados de las armas, buques, submarinos, tanques y aviones alemanes. El éxito fue inmediato ante la urgencia de un vehículo barato para un pueblo en ruinas, trascendiendo las fronteras con la fama que le conocemos hasta el día de hoy, auto clásico para unos, utilitario para otros, querido por todos.
En 1933, Hitler asumió el poder de Alemania. A partir de entonces en paralelo a su industria bélica, fomentó una agresiva campaña de desarrollo industrial, hecha abajo luego de la derrota en la Primera Guerra Mundial, con la intención de superar a sus rivales ingleses y franceses. Uno de sus principales proyectos, en la mira de la máxima eficiencia posible de los trabajadores alemanes, fue la de un medio de transporte económico, sencillo, fiable y capaz de llegar a los 100 km/h.
En 1936, Hitler llamó a un concurso entre diversos fabricantes alemanes para entregar un modelo acorde a su gusto. Uno de ellos, Ferdinand Porsche, entregó un curioso auto en forma de escarabajo de nombre KdFWagen. Este coche cumplía con todos los requisitos, y el factor económico fue muy ventajoso. Cada propietario del vehículo debía pagar 5 marcos alemanes semanales, haciendo de éste un auto de fácil acceso al público: era un verdadero Volkswagen (auto del pueblo en alemán).
Firmado el contrato, Porsche tuvo a disposición una nueva ciudad: la del vehículo KdF (nombrado luego como el Tipo 1) el 26 de mayo de 1938. Cada trabajador debía pagar su cuota semanal hasta llegar al íntegro del costo del vehículo para poder recibirlo. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial cambió los planes: la fábrica tuvo que dejar de construir los Volkswagen para fabricar material bélico sin entregar una sola unidad a los pagantes. 286 millones de marcos de los pagantes pasaron a la financiación de vehículos militares como el Commanderwagen, el Kübelwagen y el Schwimmwagen (o Tipo 166 anfibio), todas obras de Porsche.
Cuando terminó la guerra, Porsche fue enviado a la cárcel. El 25 de mayo de 1945 se reinició la producción de los Escarabajos bajo administración británica. Esta vez, los coches eran construidos con metales reciclados de las armas, buques, submarinos, tanques y aviones alemanes. El éxito fue inmediato ante la urgencia de un vehículo barato para un pueblo en ruinas, trascendiendo las fronteras con la fama que le conocemos hasta el día de hoy, auto clásico para unos, utilitario para otros, querido por todos.
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