sábado, 20 de abril de 2013

El hombre que salvo a la industria relojera suiza



En los años 70, la reputada relojería suiza, pilar durante siglos de la industria nacional, estaba en peligro. Relojes japoneses como SEIKO habían empezado a colocar en el mercado sus máquinas más baratas. Y los gustos del público estaban virando de las finas piezas analógicas  que por largo tiempo habían sido el orgullo de los relojeros suizos a los nuevos relojes digitales de fabricación masiva.


A comienzos de la década del 80, Nicolas Hayek, un consultor libanés, sin antecedentes en la relojería, fue convocado por bancos suizos para hacer un informe sobre cómo organizar la defunción ordenada de la relojería helvética.

Pero él terminó reinventándola, al introducir materiales y métodos de fabricación baratos y el concepto de un reloj suizo a la moda.


Los bancos pensaban que los relojes suizos no iban a poder competir con los de Oriente, y las firmas suizas estaban atrincheradas en sus precios altos. Cuando le pidieron a la consultora de Hayek su informe, las dos principales relojeras del país bordeaban la quiebra. Hayek sostuvo que podían sobrevivir haciendo productos menos caros, aunque con un plus de precio por el sello “HECHO EN SUIZA”, tradicional patria de la medición del tiempo y de la precisión.


En vez de cerrar las empresas, la consultora de Hayek les aconsejó fusionarse, y formaron SOCIETE SUISSE DE MICROELECTRONIQUE ET D` HORLOGERIE, conocida como SMH.

A Hayek le gustaba decir que SMH eran las iniciales de “SU MAJESTAD HAYEK”; en 1984 él compró un 51% del grupo.

Hayek razonó que un reloj barato podía dar la hora tan bien como uno caro, y en 1983 SMH lanzó al mercado un reloj pulsera de plástico, el SWATCH, que revolucionó la industria. Cajas plásticas, cuarzo y producción masiva fueron su fórmula. SHM fue rebautizado SWATCH GROUP.


Liviano, de colores fuertes, variado, el Swatch era notablemente barato de producir. Tenía 51 componentes, contra los casi 100 que hacían falta para fabricar un reloj pulsera tradicional. En los estados Unidos, donde empezó a comercializarse al año siguiente, se vendía a menos de 35 dólares.

Pronto el Swatch se convirtió en pieza muy buscada por coleccionistas de todo el mundo. Era la primera vez, probablemente, que la gente común consideraba siquiera la posibilidad de ser dueña de más de un reloj a la vez. Desde entonces se han vendido varios cientos de millones de piezas de la marca.

Al redirigir la atención de los consumidores hacía la relojería suiza, Swatch ayudó a que también se recuperaran las marcas tradicionales que el grupo SMH poseía, como OMEGA, TISSOT, LONGINES, BREGUET. Alguien señaló en estos días la paradoja de que Hayek hiciera fortuna con las marcas que supuestamente debía liquidar.


El grupo Swatch facturó unos 4.900 millones de dólares el año pasado, informó el The Wall Street Journal.

Pese a su extravagancia no muy suiza, Hayek se convirtió en figura nacional, respetado como uno de los líderes económicos del país. También tuvo un papel destacado en el desarrollo del SMART CAR, en una sociedad con Daimler que después fue comprada por la automotriz alemana. Hayek afirmaba que un auto urbano sólo necesitaba espacio para “dos gordos y una lata de cerveza”.


    Hayek decia: que los relojes eran “productos emocionales”

    “Un Reloj es algo que la gente lleva sobre la piel, a veces las 24 horas del día” “Tenemos que convencer a cada individuo de que ese particular reloj es el que mejor se adecua a su persona y a su estilo de vida”.

    Conocido por usar hasta cuatro relojes en cada brazo, Hayek dijo que Swatch producía “BELLEZA, SENSUALIDAD, EMOCIONALIDAD EN RELOJES”.


    NOSOTROS VENDEMOS LA MENTALIDAD SUIZA

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