El 12 de Septiembre de 1942, el U-156, un submarino Clase IXC bajo el mando del Korvettenkapitan Werner Hartenstein, se vio envuelto en un incidente que tendría graves repercusiones para el desarrollo de la guerra submarina.
El capitan Hartenstein (centro) reunido con su tripulación al inicio de una patrulla.
Por la tarde de aquel día, el U-156 encontró al Laconia, un barco de pasajeros de 20.000 toneladas perteneciente a la Cunard, que había partido de Inglaterra el día 1 de Septiembre con destino Ciudad del Cabo, navegando en solitario a unos 400kms al noreste de la Isla Ascensión. El barco era una presa perfectamente legal, ya que era empleado como transporte de tropas y estaba armado con dos cañones de 4,7", seis cañones antiaéreos de 1,5" y cuatro antiaéreos Bofors. Por si cabía alguna duda, el Laconia estaba oficialmente registrado como un Crucero Mercante Armado.
Imagen del Laconia
Lo que Hartenstein no sabía era que junto a unos pocos cientos de militares británicos, el barco transportaba a cerca de 1.800 prisioneros de guerra italianos y a un pequeño número de mujeres y niños. El U-156 procedió a atacar a su blanco, y poco después de las 10 de la noche, el Laconia fue alcanzado por dos torpedos. Inmediatamente se mostró como obvio que el barco no podría aguantar a flote por mucho tiempo, y se dio la orden de abandonarlo.
Mapa mostrando la ubicación del Laconia al ser atacado por el U-156
Los U-Boote tenían instrucciones, cuando fuera posible, de intentar identificar al capitán u otro oficial responsable de los barcos atacados, con el fin de al menos identificar de forma correcta al barco. El capitán Haternstein puso proa hacia la nave que se hundía, y quedó impresionado al darse cuenta del gran número de aliados italianos que había entre los supervivientes, pero aún se asombró más al comprobar que entre ellos también había mujeres y niños. Justo después del ataque, a las 22:22, el Laconia había enviado el siguiente mensaje:
"SOS SOS 0434 Sur/1125 Oeste Laconia torpedeado SOS SOS…"
Haternstein era consciente del peligro que corrían tanto su tripulación como su barco, permaneciendo en esas aguas en las que pronto podían aparecer barcos o aviones enemigos que hubieran recibido la transmisión del Laconia. Pero por otra parte, no podía abandonar a su suerte a todas aquellas personas. En cuanto comenzaron a recoger supervivientes y a acomodarlos en la cubierta del submarino, Haternstein ordenó enviar la siguiente transmisión codificada, a las 01:25 del 13 de Septiembre, al Alto Mando de Submarinos:
"Británico Laconia hundido por Hartenstein. Cuadrícula FF7721 310ú. Desafortunadamente con 1.500 prisioneros de guerra italianos. Noventa ya han sido rescatados. Espero instrucciones."
Doenitz respondió ordenando al U-156 permanecer en el lugar y continuar con la asistencia a los supervivientes, a la vez que ordenaba al U-506 y al U-507 que abandonaran sus patrullas para unirse al rescate. También se unieron a la operación varios barcos de la Francia de Vichy desde el puerto de Dakar. Hartenstein, envió un nuevo mensaje, esta vez sin codificar, a las 06:00:
"No atacaré a ningún barco que quiere rescatar a la tripulación del hundido Laconia, contando con que yo tampoco seré atacado por barcos o aviones. He recogido a 193 hombres. 4ú 52’ Sur, 11ú 26’ Oeste. Submarino alemán."
Mientras tanto, la tripulación del submarino hacía lo que podía para auxiliar a los naufragos, llevando a los heridos a bordo y repartiendo bebidas calientes y cigarrillos entre los supervivientes apiñados en su cubierta. El U-156, según fue confirmado por testigos británicos, se acercaba cuanto podía a los botes salvavidas, ofreciendo sopa y café, y con el propio Haternstein confirmándoles en perfecto inglés que la ayuda estaría a punto de llegar, y siendo tratados en todo momento con amabilidad y respeto. El 15 de Septiembre, llegó el U-506, rescatando a otros 130 supervivientes, al igual que el U-507 y el submarino italiano Capellinni, y volviendo a repetirse las escenas de buen trato y amabilidad con los británicos. A las tareas de rescate se unieron también los barcos franceses Gloire, Dumont, D’Urville y Annamita, rescatándose en total a 1.500 supervivientes del total de 2.725 personas que se hallaban en el Laconia entre tripulación, pasaje y prisioneros.
Supervivientes del Laconia en la cubierta del U-156
El 16 de Septiembre apareció un bombardero B24 procedente de la base de la Isla Ascensión, que sobrevoló en círculos al U-156, comprobando que remolcaba dos lanchas salvavidas, cada una con unos 100 supervivientes, además de los hombres apiñados en la cubierta, y ondeaba una gran bandera de la Cruz Roja en la torre. En total, el U-156 por si solo transporta a cerca de 400 supervivientes. Durante las pasadas del avión, tanto la tripulación del U-156 como un oficial de la RAF que se encontraba entre los supervivientes, hicieron señales al bombardero indicando que el submarino había rescatado personal aliado, y que entre el mismo se encontraban mujeres y niños. El piloto del B24 informó a su base y solicitó órdenes al respecto, que no fueron otras sino las de atacar al submarino alemán. El bombardero realizó dos pasadas a baja altura arrojando dos bombas en cada una de ellas, que no alcanzaron al U-156 pero sí a una de las lanchas y provocaron el vuelco de la segunda. Algunos de los supervivientes situados en la cubierta del submarino cayeron al agua, pero Hartenstein ya no podía hacer nada más, viéndose obligado a sumergirse y a abandonar la zona en previsión de nuevos ataques, poniendo rumbo de regreso a su base. Más tarde se supo que el piloto del B-24 ignoró las señales del U-156, y se limitó a cumplir las órdenes recibidas considerando que el submarino enemigo era una amenaza potencial, y sin considerar el efecto del ataque sobre los náufragos rescatados.
El U-156
El mismo día, un poco más tarde, el B24 reapareció, atacando esta vez al U-506, que se sumergió y escapó teniendo que abandonar al resto de supervivientes que no pudo alojar en su interior. Del resto de naufragos, un bote salvavidas pudo llegar a la costa de África el 9 de Octubre, y un segundo fue recogido por un convoy británico el 21 de Octubre. Irónicamente, la tripulación del B24 fue condecorada por el hundimiento de dos submarinos enemigos, cuando las únicas víctimas de sus ataques fueron los náufragos del Laconia.
Como consecuencia del incidente, y del evidente desprecio de las acciones humanitarias llevadas a cabo por los submarinos alemanes, Doenitz emitió la Orden 154, que sería conocida como La Orden del Laconia y que decía así:
1ú.- No se llevará a cabo ningún intento de rescate de miembros de las tripulaciones de los barcos enemigos hundidos, ya se encuentren en botes salvavidas o en el agua. El rescate va en contra de las exigencias básicas de la guerra para la destrucción de los barcos enemigos y sus tripulaciones.
2ú.- Se mantienen las órdenes de captura sobre los capitanes u oficiales de los barcos enemigos.
3ú.- Los supervivientes de los naufragios sólo serán rescatados si poseen información importante para el submarino.
4ú.- Sean duros. Recuerden que el enemigo no tiene ninguna consideración hacia las mujeres y niños alemanes de las ciudades bombardeadas.
Debido al riesgo creciente para los submarinos alemanes en superficie, dado el cada vez mayor uso del radar por el enemigo y su cada vez más presente poder aéreo, las órdenes de Doenitz a sus tripulaciones de no correr riesgos rescatando supervivientes, máxime con el precedente del Laconia, son perfectamente razonables a la vez que severas. Desafortunadamente para él, la acusación durante los Juicios de Nuremberg interpretó sus órdenes como instrucciones deliberadas a sus submarinos de acabar con los supervivientes de los barcos hundidos, debiendo enfrentarse a cargos de crímenes de guerra y contra la paz. Sin embargo, dicha acusación no pudo prosperar, ya que muchos altos mandos navales aliados admitieron haber puesto en práctica políticas similares en muchos casos, y en algunas ocasiones haberse producido incidentes de disparos contra los supervivientes de barcos enemigos hundidos. Finalmente, Doenitz fue declarado culpable de algunos de los cargos, pasando en prisión 11 años y seis meses.
El U-156 en el momento del ataque que acabó con su hundimiento
El U-156 acabó siendo hundido el 3 de Agosto de 1943 a las 13:15 por un PBY-5 Catalina del escuadrón VP-53, pilotado por el teniente J.E. Dryden, en 12ú38N/54ú49O, en las proximidades de Trinidad. Sólo hubo cinco supervivientes entre la tripulación. Un triste e inmerecido final para una noble tripulación.
1 comentario:
que lastima,pero yo me pregunto, ¿si los aliados fueron igual o mas crueles que los alemanes?. y tambien digo que la nobleza en la guerra tambien existe.por que no juzgaron de crimenes de guerra a los pilotos del avion.Saludos desde Chile
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