Sobre Black Bart nadie ha realizado una película. Fue un ladrón de diligencias, aislado en el lejano oeste de Estados Unidos. Actuaba siempre de manera cortés, nunca lastimaba a nadie y sólo robaba el dinero de la caja de caudales y de las sacas de correspondencia, nunca el de los pasajeros.
El primer asalto de Bart fue cometido un abrasador día de 1875, cuando detuvo a una diligencia de la empresa Wells Fargo, cerca de Sonora, California. Mientras los caballos se esforzaban por trepar una colina, un extraño pistolero saltó de entre los arbustos. Usaba un saco de harina en la cabeza en el que había realizado dos agujeros para los ojos, y una larga chaqueta blanca.
Le dijo al conductor que arrojara la caja y las sacas de correo, y ordenó a sus supuestos cómplices, escondidos en los matorrales, que dispararan a cualquiera que ofreciese resistencia. El conductor vio seis armas asomando entre los arbustos. Todas apuntaban a la diligencia.
Lo que sucedió ese día ha pasado a la leyenda del Far West. Pues cuando una petrificada pasajera arrojó su bolso a los pies de Bart, éste lo recogió con toda calma y, después de una amable reverencia, devolvió el bolso a la mujer y dijo que sólo estaba interesado en la caja de caudales y en las sacas de correo, no en el dinero ni en los valores de los pasajeros. El extraño ladrón cogió su botín y le ordenó al conductor que continuara el viaje.
Durante varios años, Black Bart siguió robando con sus maneras caballerescas. Su reputación y sus modos corteses se convirtieron en la comidilla de toda California. Y jamás obtuvo un gran botín de sus atracos a las diligencias, ya que por ese entonces la mayor parte del oro y de los otros valores era transportada por ferrocarril.
El hombre al que se le encomendó capturar a Black Bart se llamaba Jim Hume, y era el principal detective de la Wells Fargo. Enseguida se dio cuenta de que Bart era un ladrón astuto e ingenioso. Cuando Hume recorrió el lugar donde se produjo el primer asalto, la banda de Bart aún permanecía en su lugar: Seis ramas seguían apuntando a través de los matorrales.
Hume sabía poco acerca de Bart, porque éste no dejaba indicios; su pista se desvanecía, y parecía caminar por el campo en lugar de cabalgar. Bart se volvió cada vez más osado, e incluso le dejó a Hume su nombre y un poema en el lugar donde había cometido uno de sus atracos. Pero luego comenzó a cometer errores...
Después de que Bart realizara una serie de asaltos, Hume visitó algunas casas de la zona y se enteró de que un extraño forastero canoso deambulaba por allí: tenía una barba gris, bigote blanco y le faltaban dos dientes. Se había detenido a comer en una casa. El retrato del asaltante encapuchado comenzaba a tener forma por fin.
La marca de una lavandería en un pañuelo fue lo que, finalmente, permitió la captura de Black Bart, en 1882. El asaltante había conseguido escapar ileso cuando un joven pistolero lo interrumpió mientras estaba a punto de robar su diligencia. Bart cometió la torpeza de dejar detrás de sí sus bártulos de dormir y su pañuelo.
Hume no tuvo dificultades en seguir la pista, guiándose por la marca de una lavandería de San Francisco. Y esa pista le llevó hasta el señor Bolton. Era un hombre de edad, de hablar dulce, de pelo canoso, bigote blanco, y al que le faltaban dos dientes.
El señor Bolton explicaba las frecuentes ausencias de su casa diciendo que debía visitar su mina. Pero no había ninguna mina, y Hume supo que tenía a su hombre cuando en la casa del señor Bolton se encontraron las ropas de Black Bart.
Black Bart fue arrestado y, cortés hasta el final, devolvió la mayor parte del dinero que había obtenido en los asaltos. Por su parte, la Wells Fargo sólo presentó cargos por uno de los asaltos y se olvidó de los demás. A esas alturas, el caballeresco ladrón se había convertido en un héroe popular. El juez debió sentir también debilidad por él. Black Bart fue encarcelado sólo por seis años.
El primer asalto de Bart fue cometido un abrasador día de 1875, cuando detuvo a una diligencia de la empresa Wells Fargo, cerca de Sonora, California. Mientras los caballos se esforzaban por trepar una colina, un extraño pistolero saltó de entre los arbustos. Usaba un saco de harina en la cabeza en el que había realizado dos agujeros para los ojos, y una larga chaqueta blanca.
Le dijo al conductor que arrojara la caja y las sacas de correo, y ordenó a sus supuestos cómplices, escondidos en los matorrales, que dispararan a cualquiera que ofreciese resistencia. El conductor vio seis armas asomando entre los arbustos. Todas apuntaban a la diligencia.
Lo que sucedió ese día ha pasado a la leyenda del Far West. Pues cuando una petrificada pasajera arrojó su bolso a los pies de Bart, éste lo recogió con toda calma y, después de una amable reverencia, devolvió el bolso a la mujer y dijo que sólo estaba interesado en la caja de caudales y en las sacas de correo, no en el dinero ni en los valores de los pasajeros. El extraño ladrón cogió su botín y le ordenó al conductor que continuara el viaje.
Durante varios años, Black Bart siguió robando con sus maneras caballerescas. Su reputación y sus modos corteses se convirtieron en la comidilla de toda California. Y jamás obtuvo un gran botín de sus atracos a las diligencias, ya que por ese entonces la mayor parte del oro y de los otros valores era transportada por ferrocarril.
El hombre al que se le encomendó capturar a Black Bart se llamaba Jim Hume, y era el principal detective de la Wells Fargo. Enseguida se dio cuenta de que Bart era un ladrón astuto e ingenioso. Cuando Hume recorrió el lugar donde se produjo el primer asalto, la banda de Bart aún permanecía en su lugar: Seis ramas seguían apuntando a través de los matorrales.
Hume sabía poco acerca de Bart, porque éste no dejaba indicios; su pista se desvanecía, y parecía caminar por el campo en lugar de cabalgar. Bart se volvió cada vez más osado, e incluso le dejó a Hume su nombre y un poema en el lugar donde había cometido uno de sus atracos. Pero luego comenzó a cometer errores...
Después de que Bart realizara una serie de asaltos, Hume visitó algunas casas de la zona y se enteró de que un extraño forastero canoso deambulaba por allí: tenía una barba gris, bigote blanco y le faltaban dos dientes. Se había detenido a comer en una casa. El retrato del asaltante encapuchado comenzaba a tener forma por fin.
La marca de una lavandería en un pañuelo fue lo que, finalmente, permitió la captura de Black Bart, en 1882. El asaltante había conseguido escapar ileso cuando un joven pistolero lo interrumpió mientras estaba a punto de robar su diligencia. Bart cometió la torpeza de dejar detrás de sí sus bártulos de dormir y su pañuelo.
Hume no tuvo dificultades en seguir la pista, guiándose por la marca de una lavandería de San Francisco. Y esa pista le llevó hasta el señor Bolton. Era un hombre de edad, de hablar dulce, de pelo canoso, bigote blanco, y al que le faltaban dos dientes.
El señor Bolton explicaba las frecuentes ausencias de su casa diciendo que debía visitar su mina. Pero no había ninguna mina, y Hume supo que tenía a su hombre cuando en la casa del señor Bolton se encontraron las ropas de Black Bart.
Black Bart fue arrestado y, cortés hasta el final, devolvió la mayor parte del dinero que había obtenido en los asaltos. Por su parte, la Wells Fargo sólo presentó cargos por uno de los asaltos y se olvidó de los demás. A esas alturas, el caballeresco ladrón se había convertido en un héroe popular. El juez debió sentir también debilidad por él. Black Bart fue encarcelado sólo por seis años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario