jueves, 10 de diciembre de 2009

La Papisa Juana

Mientras que algunos historiadores niegan la existencia de la papisa Juana y algún religioso la llama meretriz, otros varios lo afirman, entre ellos Martín Polonio, Mariano Escoto y otros muchos; el severo Lannoy dice:

«Los eclesiásticos contemporáneos de León IV y Benito III, por un desmedido celo a la religión, no han hablado de esta mujer notable, pero sus sucesores, menos escrupulosos, han descubierto por fin este misterio.» El orgulloso clero romano, los altivos cardenales, no pudiendo tolerar que una mujer les haya gobernado ciñendo la tiara y dando a besar sus pies, han negado su existencia; algunos autores eclesiásticos dicen que Juana fue elevada al pontificado por obra del diablo, otros que por un plan especial del cielo, y mientras unos afirman que la iglesia debe mostrarse humillada, otros sostienen que debe glorificarse como un milagro, que persuadió a los romanos de ser guiados por el Espíritu Santo.

Después de estas ligeras reflexiones, pasemos a reseñar su vida, según la versión del juicioso escritor Mariano Escoto:

«A principios del siglo X pasaron a Alemania a convertir sajones al cristianismo varios sacerdotes ingleses, entre ellos uno con una hermosa joven que había robado a su familia para ocultar su estado interesante, y que dio a luz en Mayenza una niña que debía llamar la atención del mundo; era Juana, llamada por otros Gilberta, Isabel o Margarita, la que instruida por su padre, alcanzó tales conocimientos que admiraba a los más sabios doctores.

Llegó la edad del amor, y la ciencia fue impotente; un monje inglés de la abadía de Fulda la declaró su pasión y, vencida de su amor, huyó con él a la abadía, donde penetró bajo el nombre de Juan el inglés y estudió con el sabio Rabán Maur, hasta que partieron a Inglaterra y Francia, donde Juana, cubierta con su traje de hombre, disputó con los más célebres doctores, San Auscario, el fraile Beltrán y el abad Lobo de Ferriere, pasando luego a Atenas, que era entonces el foco de la ilustración; Juana tenía entonces veinte años, y aunque hermosa, la palidez del rostro y el hábito de fraile le dabanel aspecto de un monje joven: allí pasó algunos años, juntando a sus conocimientos universales una elocuencia que admiraba a todos, cuando su amante murió repentinamente y entonces marchó a Roma, haciéndose admitir en la escuela de los griegos para enseñar las artes liberales, causando tal entusiasmo sus arengas e improvisaciones que se le adjudicó el título de príncipe de los sabias.

Nobles, cardenales, sacerdotes, diáconos y frailes se honraban con su amistad, y admirando su pureza y talento formaron un gran partido que la elevó a la silla pontificia a la muerte de León, siendo consagrada por tres obispos en la basílica de San Pedro, ante los enviados del emperador, y en la catedral del Sena consta su retrato con el título de Juan VIII, papa hembra.

Con gran sabiduría ejerció el pontificado, confirió órdenes a prelados, sacerdotes y diáconos; consagró altares, administró el sacramento, dio a besar sus pies a los obispos, compuso varios prefacios para misas que fueron prohibidos luego por sus sucesores, y dirigió tan hábilmente la política de la Iglesia, que el anciano Lotario abrazó por su consejo la vida monástica en la abadía de Prum, recibiendo Luis la corona imperial de manos de Juana.

Juana, hasta entonces pura, ya sea que la naturaleza la impulsara o que el poder corroe los más bellos sentimientos, eligió un amante, le colmó de honores y se aseguró de su discreción, y fue tanta, que aún no se sabe si era un camarero o un capellán, la mayoría cree que un sacerdote-cardenal de la iglesia de Roma; lo cierto es que la indiscreta naturaleza la dejó encinta y que en una procesión de rogaciones, yendo a caballo, revestida de los ornamentos pontificales, al llegar cerca de la basílica de San Clemente los dolores de parto fueron tan grandes, que soltó las riendas y cayó del caballo lanzando horribles gritos, hasta que, destrozadas las sagradas vestiduras, dio a luz un niño, en medio de una confusión horrible y de las amenazas del clero, sucumbiendo allí la desdichada al dolor y la vergüenza, con un adiós al sacerdote-cardenal que la sostenía, volando su alma al cielo, después de dos años de pontificado. Allí mismo la enterraron con su hijo, que fue ahogado por los sacerdotes y se levantó sobre su tumba una capilla con una estatua de mármol de la papisa, revestida de los hábitos sacerdotales y un niño en los brazos, que fue destruida por Benito III, pero cuyas ruinas aún se veían en el siglo XV.

El clero, indignado, inventó la prueba de la silla horadada, en la que se sentaba el Papa medio tendido, con las piernas separadas y los bábitos entreabiertos para mostrar su virilidad; dos diáconos se aseguraban por la vista y el tacto, y gritaban: Ya tenemos Papa. Todos se prosternaban al Deo granja, le ceñían el cinturón, le besaban los pies y celebraban un gran festín; esta prueba ridícula duró hasta León X.

7 comentarios:

Unknown dijo...

gracias por aclarar el entendimiento del pueblo cristiano, impresionados por la autoridad de la iglesia, el cato
lico no entiende ni investiga estos detalles de la historia religiosa, la existencia de la Papisa Juana fue una relidad asi como la santa inquisicion y la imposicion de la religion catolica por el emperador Constantino y otros acontecimientos historicos vergonzosos de la iglesia catolica.

jaboncitolux dijo...

vergonzoso?? realmente es taaan grave que una mujer haya ocupado un puesto de hombres?? me parece que la iglesia católica debería consagrar a Juana como una santa! Si ella fue, efectivamente, elegida Papa -o mejor dicho Papisa- es porque realmente se lo merecía. Además demuestra lo ignorantes y cerrados que eran los monjes de la época como para decir que las mujeres no tienen la capacidad suficiente para hacer un trabajo de hombre.
¡Que viva la Papisa Juana!
un verdadero ejemplo a seguir!

Anónimo dijo...

que horror, y era que en esos tiempos no era pecado que la iglesia cometiera asesinatos y mas aun con una inocente criatura, este es el ejemplo y las enseñanzas de amor y tolerancia que pretenden que practiquemos los catolicos Que feo

veronica dijo...

REALMENTE JUANA FUE UN EJEMPLO DE EMPEÑO Y AMOR POR LA RELIGION LASTIMA Q LA IGLESIA Y EL CLERO SON TAN HIPOCRITAS DESCALIFICANDO PERSONAS Y OCULTANDO AL MUNDO LA VERDAD.ESTA ACTITUD ES PURAMENTE MACHISTA Y CREO Q DIOS NO ESTA TAN DE ACUERDO PERO LA IGLESIA ES ASI

viva la papisa dijo...

En nombre de Dios la saña de la curia fue inmoral y criminal mataban a mansalva y no les importaba nada YO CREO EN DIOS Y NO EN LOS CURAS porque demostraron ser crueles y viles y se llenan la boca hablando de Dios que descaro!!!!

Elias Dávila dijo...

la leyenda de la papisa juana es una novela que fue descuebierta por el jurado Católico-luterano-ortodoxo, en el documento "Aclareaciones becesarias de ka regligión cristiana
vela

Elias Dávila dijo...

Yeyendo "La Papisa Juana" se dicce bien claro que es una nobela, escrita por un ex- clérigo calvinista, pero que no tiene ningún viso de verdad.