jueves, 11 de marzo de 2010

Sucesos insólitos en las guerras

Las grandes guerras han sido origen de múltiples historias insólitas e inexplicadas. Fantasmas, visiones, ángeles de la guarda, premoniciones. Pero hay más…

Es un dicho cierto que las guerras sacan lo peor y lo mejor de las personas. Pero además, las contiendas bélicas también son el origen de hechos extraños como apariciones fantasmales, premoniciones, visiones, milagros… Así ha sido desde los orígenes mismos del hombre. Basta con leer atentamente la Biblia para observar que, en muchas de las batallas descritas, sucedieron episodios enigmáticos que en su época fueron calificados como milagros, quizá por exacerbada religiosidad o porque no se pudo dar otra explicación a lo presenciado.

Un buen ejemplo es el caso de las murallas de Jericó, que tuvo lugar cuando después de vagar cuarenta años por el desierto, los israelitas comandados por Josué decidieron entrar en la citada ciudad, pero sus habitantes se negaron a abrir las puertas. Durante siete días, los seguidores de Josué caminaron en silencio alrededor de las murallas con el único sonido de los siete cuernos de carnero que tocaban sin cesar. Cuando se cumplimentaron siete vueltas alrededor del recinto, las murallas cayeron. ¿Cómo explicar este hecho? Algunos apuntan a que la historia es una simple metáfora de la voluntad perdida de los habitantes de Jericó; otros indican que fue un meteorito lo que derribó los muros y algunos siguen hablando de la intercesión divina.


Como el descrito, la Biblia recoge otros muchos episodios bélicos desconcertantes y de difícil explicación, pero sus páginas son un principio, porque a partir de ahí guerra y misterio irán íntimamente unidos.

Perdidos en el aire
28 de agosto de 1915. Los ejércitos turcos ocupaban un terreno elevado cerca de la bahía de Sulva, en donde combatía frente a ellos el Regimiento Británico de Norfolk, que recibió la peligrosa misión de atacar las posiciones enemigas. Sin pensarlo, cientos de hombres avanzaron hacia el frente atravesando un pequeño bosque. Soldados neozelandeses que observaron la maniobra afirmaron que, sobre los árboles, a muy escasa altura, flotaba una extraña nube con forma de “hogaza de pan”. Los soldados británicos penetraron en su interior… Nadie volvió a verlos nunca más.

Desde ese instante circuló la leyenda de que el Regimiento de Norfolk había sido poco menos que abducido por la nube, pero un reportaje de la cadena BBC a finales de la década de los noventa demostró que aquellos cientos de soldados fueron presa de una emboscada turca en el interior del bosque, y que los cuerpos de los guerreros quedaron sepultados por la arena y la maleza del lugar.

Pero no todas las desapariciones tienen una explicación tan tajante y terrenal. Así sucedió en 1924 durante la guerra que mantuvieron los árabes en la antigua Mesopotamia. Debido a sus intereses en la zona, el gobierno británico organizó constantes vuelos para controlar la situación. En uno de ellos, el 24 de julio, el teniente W. T. Day y el oficial piloto D. R. Stewart despegaron para llevar a cabo un vuelo de reconocimiento de cuatro horas de duración. No regresaron.

Desde la base se envió una patrulla de rescate que localizó el aparato al día siguiente. El avión no había sufrido desperfecto alguno: los depósitos de gasolina estaban llenos y el motor arrancó en cuanto se accionó el contacto. Sólo faltaban los dos ocupantes, cuyas huellas quedaron marcadas sobre el lugar al cual habían saltado desde el aeroplano. Siguiendo su rastro, se dedujo que los dos hombres anduvieron juntos por espacio de cuarenta metros, después se detuvieron y… nada más se supo. Las huellas se detenían en seco, como si los soldados se hubieran esfumado allí mismo.

Más extraño si cabe es el caso del soldado que apareció súbitamente en la plaza principal de la ciudad de México el 25 de octubre de 1593. El hombre, que vestía un uniforme diferente al de los soldados del lugar, fue rápidamente rodeado y obligado a entregar sus armas. Aún aturdido, sólo fue capaz de explicar que él era un soldado español destacado en Manila (Filipinas) y que el gobernador de ese territorio, entonces español, había sido asesinado la noche anterior. Finalmente, el soldado fue encarcelado para ser trasladado en un bergantín de regreso a Filipinas, donde se confirmó totalmente su relato.

1 comentario:

Occam dijo...

Muy buenos sucesos los descriptos. En cuanto a los que proceden de la Biblia, yo no me fiaría tanto, pues ése se trata de un conjunto de escrito con ribetes propagandísticos nacionalistas. Basta con consignar que se trata de un hecho verdaderamente milagroso que los 200.000 soldados sitiados en Massada estaban emplazados, con sus corazas, escudos y armamento, en una plaza fortificada de 2 hectáreas. Aun si prescindiéramos de los edificios y demás obstáculos de esa plaza, a razón de 10 por metro cuadrado. Lógicamente, los romanos ni siquiera se molestaron en atacarlos, y esperaron pacientemente a que desesperaran y se suicidaran. Aunque, claro, con un poco de conocimiento de las leyes de la física, creo que no hubiera sido necesario el suicidio, pues igual hubieran muerto sofocados.

Mis cordiales saludos