jueves, 15 de julio de 2010

La Bestia de Omaha Beach: Hein Severloh

A las 5 de la mañana, un ametrallador alemán empezó a disparar sobre jóvenes americanos en la playa. Nueve horas y 12.000 cartuchos más tarde, seguía disparando.Cuando los líderes mundiales paseban por el cementerio de guerra estadounidense de Omaha Beach, un hombre que había llevado a docenas de ellos a esas tumbas estaba a cientos de millas de allí, en Alemania.


Hein Severloh poco antes de ser enviado a Francia

Pero Hein Severloh cuenta que sus pensamientos siguen absorbidos por los eventos que ocurrieron hace 60 años en Normandía.

Ha estado de nuevo en las playas muchas veces, para rezar sus propias oraciones de soldado para los muertos de ambos bandos.

Pero en este aniversario del Día-D, por primera vez soldados alemanes han sido oficialmente invitados a asitir, aunque él no cree que un hombre con su apodo y pasado sea del todo bienvenido. Hein Severloh se volvió famoso entre los soldados americanos desesperados sobre el más sangriento de los lugares de desembarco de Normandía como “La Bestia de Omaha Beach”.

Fue el primero en abrir fuego y el último en terminar, aproximadamente nueve horas después.Manejando su ametralladora barrió a balazos a los americanos, tiñendo la arena y el mar de rojo. Su arma se calentó tanto que quemaba la hierba que había alrededor. Pero él seguía, oleada tras oleada que avanzaban desde los vehículos de desembarco que llegaban a la playa.

“Recuerdo el primero en morir” dice un sr. Severloh de 80 años desde su casa cerca de Hannover “el hombre salió del mar y estaba buscando un sitio donde esconderse. Le apunté al pecho pero el disparo fue alto y el dio en la frente. Vi su casco de acero rodando hacia la orilla y entonces se desplomó. Sabía que estaba muerto…aún sigo soñando con ese muchacho y me pongo enfermo cuando pienso en él ¿qué podía hacer? ellos o yo, eso era lo único que pensaba.



Hein Severloh

Durante las siguientes nueve horas en el nido de ametraladoras número 62 el cabo severloh sembró la playa con su MG42. Su posición, la número 75 sobre las amplias arenas le daban una visión y una línea de fuego perfectas.

“Éramos 30 hombres”, dice, “cada uno con un único pensamiento e la cabeza: ¿saldríamos vivos de allí?”

“Yo no quería estar en esta guerra, no quería estar en Francia y no quería estar disparando con una ametralladora a chavales de mi edad (20 años). Pero ahí estábamos, sirviendo en una guerra que ya estaba perdida y obedeciendo las órdenes de nuestro teniente de abrir fuego tan pronto como el agua les llegara por las rodillas”.

Tras haber sobrevivido a una temporada en el frente oriental, Francia eran unas vacaciones para hombres como Hein Severloh. Todo eso terminó con la pálida luz del amanecer en la mañana del 6 de Junio de 1944, cuando los ejércitos americanos invadieron la costa.

El cabo Severloh tenía 12.000 cartuchos “empecé a disparar a las cinco de la mañana” dice “y estaba aún disparando nueve horas más tarde”. “No sentía pánico, ni odio, uno hacía lo que tenía que hacer y sabía que ellos, tan cierto como que el infierno existe, te harían lo mismo a ti si tuvieran la oportunidad”.

“Al principio los cuerpos estaban a 500 metros, luego a 400, más tarde a 150. Había sangre por todos lados, gritos, muertos y moribundos. El oleaje mecía más cuerpos en la orilla”.

“Habían pequeñas pausas, cuando ningún vehículo anfibio llegaba, durante las que podía enfriar mi ametralladora”. “Era consciente de que algunos de mis camaradas se habían largado, pero tenía miedo de la terrible perspectiva de entrentarme a la mirada de mi oficial, así que me mantuve en el puesto”.

Tras agotar la munición de su ametralladora, Hein Severloh continuó disparando a los soldados que desembarcaban con su rifle reglamentario Kar98k.

“Al final de la tarde me di cuenta de que era la única persona que aún disparaba. Podía ver a los tanques maniobrando en la playa y sabía que no podría contenerlos yo solo”

“Oí la orden del teniente Bernhard Ferking- un buen hombre (una vez castigó a un soldado durante 10 día a regar la hierba que camuflaba los nidos de ametralladoras por no haber ayudado a una anciana francesa con sus bolsas de la compra) y con 32 años ya un veterano, de que debíamos retirarnos”

“Corrí de cráter en cráter tras nuestros complejos de búnkeres. Lo esperé pero nunca llegó. Visité su tumba en Normandía 10 años después. Recibió un disparo en la cabeza de uno de los americanos cuando intentaba alcanzarme. Fui hecho prisionero esa noche. No creo que hubiera sobrevivido si me hubieran capturado en mi puesto.”

“Sabían lo que le había hecho a sus compañeros. No creo que esas tropas de vanguardia me hubieran mostrado ninguna piedad”.

Alrededor de 2.500 americanos murieron en “Bloody Omaha” antes de aplastar a los defensores alemanes. Se estima que aproximadamente la mitad fueron abatidos por Severloh. De los 30 hombres que componían la guarnición alemana sólo dos sobrevivieron, los cabos Heinrich Severloh de 20 años y Franz Gockel de 18.

EPÍLOGO

Severloh fue enviado como prisionero a EEUU y se le puso a recoger algodón y patatas. En 1946 fue enviado a Inglaterra a construir carreteras y fue liberado y enviado de vuelta a Alemania en 1947 tras una petición de su anciano padre que ya no se podía hacer cargo de la granja familiar Durante su cautiverio no le contó a nadie quién era y sólo lo hizo a su esposa años después de casados.

Trece años después de su vuelta leyó el libro “The Longest Day” y oyó por primera vez el nombre de David Silva, un soldado americano que estuvo en Omaha Beach y sobrevivió, aunque recibió tres balazos (probablemente disparados por Severloh) y quedó gravemente herido.


David Silva

Desde finales de los 50, David Silva vive en Karlsruhe, Alemania. De vez en cuando, él y Severloh se han visto ahí, y se han hecho buenos amigos.

Silva comentó en una entrevista a el “SPIEGEL” que Severloh nunca le ha pedido ser perdonado, aunque Silva lo perdonó de todas formas “Era importante para él”, dijo Silva.


Severloh y Silva

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