Su grupo de amigos estaba integrado por reconocidos médicos y escritores de la época, muchos de los que lo conocieron coincidían en que por su elegancia y vestimenta emulaba la presencia de un explorador inglés.
La figura callejera de José María causaba sensación entre los cachacos, no sólo por su personalidad sino por su valiosa indumentaria. Se distinguía por la calidad de los paños, cueros, joyas y peinados.
Tenía fama de tener muchos trajes, no repetía vestido durante el mes y según el día o la ocasión solía llevar ropa corriente, deportiva o ceremoniosa.
Años antes de radicarse en la capital de Colombia este vistoso personaje pasó una larga temporada por diferentes ciudades europeas, mientras iniciaba una promisoria carrera de abogado en París, allí se enamoró de una alocada doncella, con la que se comprometió en matrimonio y quien también lo dejó plantado en la iglesia.
Por ello, desconcertado decidió acabar con su vida disparándose, pero este intento suicida falló, el plomo no terminó con su vida sino que lo dejó tuerto del ojo derecho y con un notorio extravío mental que se fue agravando con los años.
A sus 40 años decide regresa al país y se radica una temporada en su hacienda entre el Socorro y San Gil (Santander), pero victima de represalias y amenazas durante el gobierno de Alfonso López Pumarejo Rueda decide establecerse en Bogotá convirtiéndose en muy poco tiempo en uno de los aristócratas más importantes de la ciudad.
Este vistoso personaje era un hombre muy educado se caracterizaba por ser hosco y uraño, su lugar de residencia durante su larga estadía en la ciudad fue un confortable apartamento del Hotel Savoy, que en ese entonces se ubicaba en la calle once con carrera tercera.
Cada mañana como quien realiza un ritual, desde su habitación, contemplaba el paisaje capitalino, una de sus costumbres era colgar espejos al frente de las puertas, se sentaba de espalda a la calle y permanecía días enteros viendo pasar a la gente, en especial a las mujeres.
El Conde de Cuchicute se caracterizaba por ser excesivamente vanidoso, invertía mucho tiempo velando por su aspecto e imagen. José María se despertaba muy temprano, se recortaba finamente su bigote y los vellos de la nariz, después se rasuraba su calvo cráneo para ponerse una engrasada peluca. Se cepillaba varias veces la boca y hacía gárgaras de astringosol para evitar el mal aliento, que llegó a ser apestoso debido a que padecía traumas estomacales e ingería altas cantidades de licor.
Finalmente, se vestía, ajustaba el monóculo con soporte y delicada cadena de oro que daba vuelta a la oreja y subía a ocultarse en el bombín. Se colocaba el saco, tomaba su bastón con cabeza de mastín en pura palta y salía a la calle con ostentosa satisfacción, y, según el genio, con una sonrisa o el ceño fruncido.
Además de gastar mucho dinero en ropas, lujos y generosidades con sus amigos cachacos, que eran sobre todo, bogotanos distinguidos, refinados intelectuales y poetas, el Conde de Cuchicute solía visitar los restaurantes más elegantes y selectos de la ciudad, escenarios en los que conquistaba a cuanta mujer quería.
Cada mañana, después de desayunar se iba con sus amigos al Automático, el más prestigioso café y tertuliadero de la época, se hacia leer el periódico y discutía largamente las noticias de la ciudad, del país y del mundo.
Al final de la tarde su rutina terminaba en el Savoy al lado de cualquier mujer. Dicen que era por naturaleza mujeriego y que fue el primero en imponer la moda del streptease en un ambiente moralista, costumbre que llegó a convertirse en un verdadero culto privado entre los burgueses quienes después del festín llegaban arrepentidos a la Catedral Primada a limpiar sus pecados con agua bendita.
El Conde vivió muchos años en Bogotá hasta que un día decidió viajar a su finca. Dicen que después de una larga discusión con la servidumbre un encapuchado llegó a su recámara y le sacó a machetazos la sangre. Para esa época Rueda y Gómez estaba por cumplir los 72 años y fue sepultado en dicha finca.
Desde entonces, por muchos años, durante la Semana Santa, los sangileños vieron varias veces un jinete sin cabeza que rondaba por los dominios del conde ...
... Su muerte se dice que fue muy sangrienta, El sábado 21 de julio de 1945 el Conde de Cuchicute se levantó temprano a recorrer algunos potreros. Muy cerca de la casa se encontró con Constantino Aparicio que había sido trabajador suyo y quien le reclamó porque unas vacas del Conde se le habían comido unas matas de maíz. Esto desató una gresca desproporcionada: Aparicio le dijo “Yo no me dejo joder!”, sacó un cuchillo y le metió a Rueda Gómez 17 puñaladas. Ya tendido en el suelo lo remató con dos machetazos en la cabeza, Una monja llegó a ofrecerle ayuda espiritual y el Conde la rechazó diciendo: “Si reconcíliome con los hombres, no reconcíliome con Dios”, sus últimas palabras fueron, El domingo 22 de julio se hizo el entierro, sin ninguna ceremonia, en la misma Majavita. Como él lo había pedido, fue enterrado de pié a la vieja usanza de masones y librepensadores, para no inclinarse ni ante la muerte. En su tumba se haría luego un obelisco de ladrillo ...
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