Octubre de 1899, en la Ciudad de Chuquicamata, en la mina “La Descubridora” el ingeniero francés Mauricio Pidot dirigía faenas de excavación cuando de pronto se produjo el desmoronamiento de una ladera que dejó al descubierto el cuerpo perfectamente momificado de un indígena en posición recostada que, en apariencia, había quedado atrapado por un derrumbe ocurridos muchos años a tras en el yacimiento mientras realizaba labores mineras. Se encontraba sepultado con un conjunto de herramientas y su cuerpo estaba cubierto por una capa verde por lo que se le apodo el HOMBRE DE COBRE.
Erróneamente se pensó que era una mujer atrapada por un derrumbe de la minera.
Toribio Medina describe el cuerpo detalladamente: Nótese a primera vista que se trata de un individuo bien constituido, y sus formas en general, la amplitud de las caderas, su rostro, del que ha perdido sólo la nariz, las trenzas del peinado y otros particulares acusan que ese cadáver es el de UNA MUJER.
Replica del hombre de cobre
Los músculos de los brazos y piernas, apenas si tienen alguna deformación, ocasionada por la presión del derrumbe y de las piedrecillas que se han incrustado en ellos. En algunas partes, especialmente en los brazos, se puede aún distinguir la diferencia de color entre la piel sana y la herida, a tal punto que se creería ver manar sangre de esta última. En la cabeza, que esconde entre sus brazos, se ve la boca contraída, y, según parece, la sangre ha brotado por los oídos; las piernas están recogidas en forma que una rodilla, escurrida bajo la otra, ha buscado inconscientemente la parte carnosa para lastimarse menos.
El cabello, trenzado en varios chapes, y las cejas se conservan perfectamente. Como traje, llevaba a la cintura una tela de tejido grosero de lana de llama, y en los tobillos dos brazaletes de tiras de cuero del mismo animal, con su lana, que se ve teñida de verde, probablemente por causa de la disolución del óxido de cobre.
Dada la actitud que conserva el cadáver, no es fácil dar su medida exacta, si bien se le atribuye la de cinco pies siete y media pulgadas. En todo caso, se puede asegurar, como hemos indicado, que se trata de un individuo grande y bien formado.
Dícese que fue hallado con una cesta pequeña en la mano y que a su lado se encontraron otra más grande, un capacho de cuero, un hacha de piedra y varios martillos del mismo material, atados a mangos de madera por medio de correas de piel de llama.
El estado de conservación en que se encuentra se ha debido, como se comprende fácilmente, a haber quedado sepultado el cadáver lejos del contacto del aire, y a las infiltraciones del sulfato y oxicloruro de cobre (atacamita) de que se compone el cerro en que quedó enterrado”.
Herramientas encontradas junto al hombre de cobre.
La momia comenzó a ser expuesta Exposición Panamericana en Buffalo , New York (1901) en el pabellón chileno. Actual mente se encuentra en el Museo de Historia Natural de Nueva York.
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