William Martin era un oficial naval británico, nacido en Cardiff el año 1907. Su vida era aparentemente normal: le gustaba fumar, ir al cine, y tenía una novia llamada Pamela. Durante la Segunda Guerra Mundial, un accidente aéreo lo precipitó a las frías aguas del Mar Mediterráneo, en donde encontró la muerte en 1943.
Esto era, al menos, lo que los alemanes tenían que creerse, ya que en verdad William Martin nunca existió: sólo era el protagonista imaginario de una delicada operación militar. El "padre" de Martin fue Ewen Montagu, un oficial del Servicio de Seguridad británico.
Trancurrian los días en que los Aliados planificaban desembarcar en Sicilia (la llamada "Operación Husky"), para desestabilizar a Mussolini y abrir una cabeza de puente hacia el continente europeo. La cantidad de hombres y recursos y la importancia de la operación hacían aconsejable que ni Hitler ni el resto de la plana mayor del Eje se imaginaran lo que los Aliados estaban planeando.
Así es que Montagu propuso inventar a William Martin. El cuerpo lo puso un "sin nombre" que había fallecido de pulmonía. Prepararon el cadáver otorgándole su nueva identidad, le vistieron traje de oficial, y le proporcionaron todo aquello que un hombre de aquel tiempo llevaría (dinero, cigarrillos, chequera, y una carta de su novia imaginaria). Pero el detalle crucial era una nota falsificada en la que se "informaba" de un ataque en dos frentes, en Cerdeña y en Grecia, y que la operación en Sicilia era una artimaña destinada a distraer a Hitler.
Un submarino se limitó a arrojar el cadáver al mar, esperando que la corriente lo llevara hasta Huelva (España), en donde se sabía que una célula de espías nazis trabajaba con suma diligencia. Y a esperar.
El cadáver fue encontrado por unos pescadores, pero los alemanes fueron víctimas de su propia mortífera eficiencia, registrando el cadáver y creyéndose a pie juntillas todo el cuento. El desembarco en Sicilia fue efectuado el 10 de Julio de 1943, y los Aliados no encontraron efectivamente toda la resistencia que esperaban.
Después de la guerra, al salir a la luz la correspondencia entre Hitler y Doenitz, se descubrió que el engaño había funcionado a la perfección.
Los huesos del infortunado "sin nombre" víctima de pulmonía que había servido de involuntario asistente, terminaron descansando en el cementerio de Huelva, bajo la siguiente lápida: "William Martin. Nacido el 25 de marzo de 1907 y muerto el 24 de abril de 1943. Hijo adorado de John Glydwyr Martin y de la difunta Antonia Martin de Cartiff Gallos. Dulce et decorum est pro patria mori. Requiescat in pace".
Aun hoy 68 años después alguien pone flores sobre su tumba.
Esto era, al menos, lo que los alemanes tenían que creerse, ya que en verdad William Martin nunca existió: sólo era el protagonista imaginario de una delicada operación militar. El "padre" de Martin fue Ewen Montagu, un oficial del Servicio de Seguridad británico.
Trancurrian los días en que los Aliados planificaban desembarcar en Sicilia (la llamada "Operación Husky"), para desestabilizar a Mussolini y abrir una cabeza de puente hacia el continente europeo. La cantidad de hombres y recursos y la importancia de la operación hacían aconsejable que ni Hitler ni el resto de la plana mayor del Eje se imaginaran lo que los Aliados estaban planeando.
Así es que Montagu propuso inventar a William Martin. El cuerpo lo puso un "sin nombre" que había fallecido de pulmonía. Prepararon el cadáver otorgándole su nueva identidad, le vistieron traje de oficial, y le proporcionaron todo aquello que un hombre de aquel tiempo llevaría (dinero, cigarrillos, chequera, y una carta de su novia imaginaria). Pero el detalle crucial era una nota falsificada en la que se "informaba" de un ataque en dos frentes, en Cerdeña y en Grecia, y que la operación en Sicilia era una artimaña destinada a distraer a Hitler.
Un submarino se limitó a arrojar el cadáver al mar, esperando que la corriente lo llevara hasta Huelva (España), en donde se sabía que una célula de espías nazis trabajaba con suma diligencia. Y a esperar.
El cadáver fue encontrado por unos pescadores, pero los alemanes fueron víctimas de su propia mortífera eficiencia, registrando el cadáver y creyéndose a pie juntillas todo el cuento. El desembarco en Sicilia fue efectuado el 10 de Julio de 1943, y los Aliados no encontraron efectivamente toda la resistencia que esperaban.
Después de la guerra, al salir a la luz la correspondencia entre Hitler y Doenitz, se descubrió que el engaño había funcionado a la perfección.
Los huesos del infortunado "sin nombre" víctima de pulmonía que había servido de involuntario asistente, terminaron descansando en el cementerio de Huelva, bajo la siguiente lápida: "William Martin. Nacido el 25 de marzo de 1907 y muerto el 24 de abril de 1943. Hijo adorado de John Glydwyr Martin y de la difunta Antonia Martin de Cartiff Gallos. Dulce et decorum est pro patria mori. Requiescat in pace".
Aun hoy 68 años después alguien pone flores sobre su tumba.
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