martes, 1 de junio de 2010

Murieron por culpa de sus propios inventos

Su búsqueda de nuevos métodos para establecer marcas deportivas o salvar vidas humanas llevó a estos genios a arriesgar su vida, la cual terminó por ser robada gracias a la falta de perfección en sus mecanismos.

Franz Reichelt falleció al no lograr hacer funcionar un modelo innovador de paracaídas, mientras que Marie Curíe terminó por verse afectada por la radioactividad empleada en sus investigaciones durante el siglo XX.

Valerian Abakovsky. Nació en Rusia en el año de 1895 y es recordado por haber sido el creador del llamado "aerovagón". Este dispositivo era un vehículo de alta velocidad, el cual mediante un motor aerodinámico y una hélice de tracción, con la cual se pretendía transportar de manera lujosa a los políticos soviéticos.

En julio de 1921, durante las primeras pruebas, el aparato agarró tanta velocidad que terminó por estrellarse y matar a las seis personas que viajaban en él, entre ellas a Abakosky. El prototipo es considerado como el precursor de la locomotora M-47.


William Bullock. Es el inventor de la prensa rotativa, la cual ayudaría a imprimir cientos de publicaciones en el siglo XIX. Nació en los Estados Unidos y falleció mientras desarrollaba dicha máquina.

Mientras realizaba un ajuste en los engranes de una rotativa del Philadelphia Public Ledger, Bullock se atoró en la prensa, la cual hirió su pierna. La falta de medicamentos y cuidados, hicieron que el hombre se enfermara de gangrena, la cual terminaría por matarlo mientras los médicos intentaban amputársela.


Aurel Vlaicu. Ingeniero rumano nacido en el año de 1882. Desde temprana edad mostró un gusto particular por la aviación; lo que él no sabía es que tomar este camino lo llevaría directo a su tumba. Construyó varios aeroplanos y prototipos de vehículos aéreos donde llegó a realizar varias pruebas.

Fue en uno de esos viajes donde el hombre perdería la vida. Mientras piloteaba el modelo "Vlaicu II", el inventor perdió el control de la nave debido a un desajuste en el mecanismo. El vehículo se estrelló de manera estrepitosa en las montañas Cárpatos, en 1913.


Franz Reichelt. Durante mucho tiempo trabajó como uno de los mejores sastres de Francia en el siglo XIX. A lo largo de su vida se sintió inspirado por las aportaciones de Leonardo da Vinci, quien sería su principal ejemplo para crear un paracaídas, el cual, según él, ayudaría a salvar muchas vidas humanas.

El hombre desarrolló este mecanismo, el cual probó las primeras veces con muñecos, los cuales aventaba desde la parte más alta de la Torre Eiffel. Todos sus intentos resultaron un fracaso; sin embargo, Reichelt argumentaba que el fallo se debía a que eran objetos inanimados. Tiempo después, el sastre decidió probar su paracaídas de manera personal. En 1912, subió al monumento parisino, se lanzó en caída libre y a los pocos minutos se estrelló contra el suelo, falleciendo al instante, pues su invento nunca funcionó.





Marie Curie. Premio Nobel en dos ocasiones por sus grandes aportaciones a la química. La mujer de origen polaco es pionera en el campo de la radiactividad, donde realizó varios descubrimientos, los cuales tienen diversas aplicaciones en la actualidad.

Sus estudios la llevaron a exponerse prologadamente a la radioactividad, la cual terminó por afectar su organismo. A principios del siglo XIX, se desconocían los efectos negativos que podía ocasionar, por lo que Curie trabajó sin cesar hasta que se quedó ciega. Falleció en 1934.


Donald Campbell. Corredor de autos británicos, quien acumuló varios récords de velocidad a lo largo de su vida. Fue el único sujeto, durante los cincuenta, en registrar marcas en tierra y agua.

En busca de alcanzar más rapidez, modificó su vehículo acuático de nombre Bluebird K7, el cual alcanzaba los 300 kilómetros por hora. Durante una carrera logró llegar a los 330 km/h, pero el vehículo se volcó y terminó por matar a uno de los hombres considerados como adictos a la adrenalina.

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