Desde que Neil Armstrong dio su primer paso en la Luna, muchas cosas han cambiado alrededor del mundo. Y no nos referimos tan solo a la tecnología, sino también a la gastronomía. Su trascendencia ha sido tal que incluso ha llegado hasta el espacio.
Para muestra un botón: en el 2009 se publicó un libro de cocina titulado “The Astronaut’s Cookbook: Tales, Recipes, and More” (El libro de cocina del astronauta: Historias, recetas y más), escrito por dos veteranos especialistas en programas de tecnología de alimentos de la NASA.
En sus páginas, Charles Bourland y Gregory Vogt desentrañan todos los mitos que se han tejido por muchos años acerca de la comida espacial. Por ejemplo, si siempre creyó que los astronautas se alimentaban con pastillas saborizadas, sobres de jugo en polvo y pollo en tubos (como pasta dental), se sorprenderá al saber la verdad: lo que se come allá arriba no es tan diferente de lo que comemos acá en la Tierra.
Los picantes frejoles verdes de Emeril Lagasse, así como las costillas de cerdo con NASA esté tratando de incorporarlos a su menú, según informa la página web Slash Food.
La semana pasada, los autores del libro estuvieron presentes en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York para organizar una degustación de la comida espacial. Los visitantes tuvieron la oportunidad de probar variadas delicias como el pollo rostizado en salsa agridulce de mango y durazno.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Debido a que saltear, asar a la parrilla o hervir son actividades muy peligrosas para hacerlas en gravedad cero, los astronautas se deben conformar con comer alimentos deshidratados.
Pero, como Bourland y Vogt describen en su libro, hoy en día las opciones del menú de la NASA son años luz mejores que las que se servían en los primeros viajes. "Algunos de los platos consistían principalmente en puré envasado dentro de tubos, pequeños trozos de comida cortada en cuadrados recubiertos con una película comestible y alimentos energéticos deshidratados y congelados", señalan en uno de sus párrafos.
En sus páginas, Charles Bourland y Gregory Vogt desentrañan todos los mitos que se han tejido por muchos años acerca de la comida espacial. Por ejemplo, si siempre creyó que los astronautas se alimentaban con pastillas saborizadas, sobres de jugo en polvo y pollo en tubos (como pasta dental), se sorprenderá al saber la verdad: lo que se come allá arriba no es tan diferente de lo que comemos acá en la Tierra.
Los picantes frejoles verdes de Emeril Lagasse, así como las costillas de cerdo con NASA esté tratando de incorporarlos a su menú, según informa la página web Slash Food.
La semana pasada, los autores del libro estuvieron presentes en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York para organizar una degustación de la comida espacial. Los visitantes tuvieron la oportunidad de probar variadas delicias como el pollo rostizado en salsa agridulce de mango y durazno.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Debido a que saltear, asar a la parrilla o hervir son actividades muy peligrosas para hacerlas en gravedad cero, los astronautas se deben conformar con comer alimentos deshidratados.
Pero, como Bourland y Vogt describen en su libro, hoy en día las opciones del menú de la NASA son años luz mejores que las que se servían en los primeros viajes. "Algunos de los platos consistían principalmente en puré envasado dentro de tubos, pequeños trozos de comida cortada en cuadrados recubiertos con una película comestible y alimentos energéticos deshidratados y congelados", señalan en uno de sus párrafos.
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