El accidente tuvo lugar cerca de la base aérea estadounidense de Thule, establecida a principios de los años '50, que, debido a su posición en la cima del mundo, ha tenido una enorme importancia estratégica desde su construcción, ya que permite la búsqueda por radar de posibles misiles sobrevolando el Polo Norte.
El Pentágono creía que el primer paso de la entonces Unión Soviética para lanzar un ataque nuclear contra Estados Unidos sería destruir la base de Thule, por lo que en 1960 aviones B52 con armas nucleares a bordo comenzaron a sobrevolarla continuamente, en las llamadas misiones "Chrome Dome" ("Domo de Cromo" ).
Si Thule era destruida, los pilotos podían continuar rumbo a Moscú para descargar sus bombas sobre la capital soviética.
A pesar de que Groenlandia es una provincia autónoma de Dinamarca, no se le informó a ese país acerca del transporte de armas nucleares sobre su territorio.
Operación de limpieza
El 21 de enero de 1968, una de esas misiones salió mal.
Los pilotos John Haug y Joe D'Amario explicaron que su avión se estrelló contra el hielo, a pocos kilómetros de la base.
Poco después, vecinos de la zona, trabajadores daneses y militares estadounidenses acudieron al lugar del accidente para ofrecer ayuda.
Durante los meses siguientes, se realizó una extraordinaria operación para recuperar miles de fragmentos de los restos del avión, diseminados en la bahía congelada, y para extraer casi 2.000 millones de litros de hielo, parte del cual contenía desperdicios radioactivos.
Un video estadounidense desclasificado documenta la limpieza y da una idea de las dimensiones de la operación.
¿Y la cuarta bomba?
Los fuertes explosivos que rodeaban a las cuatro armas nucleares estallaron, pero sin poner en marcha a los dispositivos nucleares, que no habían sido ensamblados por los pilotos. El Pentágono aseguraba que las cuatro armas fueron destruidas.
Desde el punto de vista técnico esto puede ser cierto, ya que ninguna de las bombas quedó completa, pero los documentos obtenidos por la BBC, parte de los cuales siguen clasificados, muestran una historia mucho más compleja, que ha sido confirmada por individuos que participaron en la operación de limpieza y por otros que posteriormente han tenido acceso a esa información.
De esos documentos queda claro que, pocas semanas después del incidente, los investigadores que trabajaron con los fragmentos recuperados se dieron cuenta de que sólo correspondían a tres de las armas nucleares.
Uno de los primeros textos, de finales de enero de 1968, menciona una sección oscurecida de hielo que se había vuelto a congelar, en la que había pedazos de una cuerda del paracaídas de una bomba.
"Se especula que algo se derritió a través del hielo, por ejemplo (la parte) primaria o secundaria (del arma) que estaba ardiendo", dice el documento.
"NOFORN"
Antes de abril, se había tomado la decisión de enviar un submarino Star III a la base para buscar la bomba perdida, la cual tenía el número de serie 78252. Una búsqueda similar cerca de las costas de España dos años antes había resultado en el hallazgo de otra bomba nuclear.
Sin embargo, a las autoridades danesas se les ocultó el propósito de la misión.
Según un documento de julio de 1968, "el hecho de que esta operación incluye la búsqueda de objetos o partes de un arma perdida se debe tratar como confidencial".
Al final de esa oración aparece la palabra en código "NOFORN", que significa que no se podía le revelar a ningún país extranjero.
"Durante las conversaciones con los daneses, esta operación se debe mencionar como un estudio, repetimos, un estudio del fondo debajo del punto de impacto", continúa el texto.
Problemas técnicos
Sin embargo, la búsqueda submarina se vio frustrada por problemas técnicos y con la llegada de la congelación invernal aparentemente comenzó a cundir el pánico, según los documentos. Los fragmentos del arma perdida, además de contener uranio y plutonio, eran altamente secretos debido a que el diseño, la forma y la cantidad de uranio que contenían podían proveer información sobre elementos clasificados de la fabricación de ojivas nucleares.
Eventualmente, se abandonó la búsqueda.
Los diagramas y notas incluidos en los documentos desclasificados muestran que no fue posible explorar toda el área en que se habían diseminado los restos del avión.
Conversamos con varios funcionarios que participaron en las investigaciones, entre ellos William H. Chambers, un ex diseñador de armas nucleares en el laboratorio de Los Álamos, EE.UU., que dirigió un equipo encargado de accidentes, incluido el de Thule. "Hubo cierta desilusión debido a lo que uno podría llamar la incapacidad de recuperar todos los componentes", le dijo a la BBC.
Chambers nos explicó la lógica de la decisión de abandonar la búsqueda: "Si nosotros no podíamos encontrar las piezas clasificadas, sería muy difícil que otros las hallaran".
Preocupación
Los investigadores también llegaron a la conclusión de que el material radioactivo resultaría inocuo, al disolverse en ese cuerpo de agua tan inmenso.
Otros funcionarios que han visto los documentos clasificados confirmaron el abandono de un arma.
El Pentágono prefirió no emitir comentarios sobre nuestra investigación y nos dijo que consultáramos los estudios oficiales anteriores.
Pero el accidente, la operación de limpieza y el misterio de la bomba perdida han seguido preocupando a quienes estuvieron presentes en esos momentos -y a quienes viven ahora en la región- por los posibles impactos medioambientales y sanitarios de aquel día de 1968.
El Pentágono creía que el primer paso de la entonces Unión Soviética para lanzar un ataque nuclear contra Estados Unidos sería destruir la base de Thule, por lo que en 1960 aviones B52 con armas nucleares a bordo comenzaron a sobrevolarla continuamente, en las llamadas misiones "Chrome Dome" ("Domo de Cromo" ).
Si Thule era destruida, los pilotos podían continuar rumbo a Moscú para descargar sus bombas sobre la capital soviética.
A pesar de que Groenlandia es una provincia autónoma de Dinamarca, no se le informó a ese país acerca del transporte de armas nucleares sobre su territorio.
Operación de limpieza
El 21 de enero de 1968, una de esas misiones salió mal.
Los pilotos John Haug y Joe D'Amario explicaron que su avión se estrelló contra el hielo, a pocos kilómetros de la base.
Poco después, vecinos de la zona, trabajadores daneses y militares estadounidenses acudieron al lugar del accidente para ofrecer ayuda.
Durante los meses siguientes, se realizó una extraordinaria operación para recuperar miles de fragmentos de los restos del avión, diseminados en la bahía congelada, y para extraer casi 2.000 millones de litros de hielo, parte del cual contenía desperdicios radioactivos.
Un video estadounidense desclasificado documenta la limpieza y da una idea de las dimensiones de la operación.
¿Y la cuarta bomba?
Los fuertes explosivos que rodeaban a las cuatro armas nucleares estallaron, pero sin poner en marcha a los dispositivos nucleares, que no habían sido ensamblados por los pilotos. El Pentágono aseguraba que las cuatro armas fueron destruidas.
Desde el punto de vista técnico esto puede ser cierto, ya que ninguna de las bombas quedó completa, pero los documentos obtenidos por la BBC, parte de los cuales siguen clasificados, muestran una historia mucho más compleja, que ha sido confirmada por individuos que participaron en la operación de limpieza y por otros que posteriormente han tenido acceso a esa información.
De esos documentos queda claro que, pocas semanas después del incidente, los investigadores que trabajaron con los fragmentos recuperados se dieron cuenta de que sólo correspondían a tres de las armas nucleares.
Uno de los primeros textos, de finales de enero de 1968, menciona una sección oscurecida de hielo que se había vuelto a congelar, en la que había pedazos de una cuerda del paracaídas de una bomba.
"Se especula que algo se derritió a través del hielo, por ejemplo (la parte) primaria o secundaria (del arma) que estaba ardiendo", dice el documento.
"NOFORN"
Antes de abril, se había tomado la decisión de enviar un submarino Star III a la base para buscar la bomba perdida, la cual tenía el número de serie 78252. Una búsqueda similar cerca de las costas de España dos años antes había resultado en el hallazgo de otra bomba nuclear.
Sin embargo, a las autoridades danesas se les ocultó el propósito de la misión.
Según un documento de julio de 1968, "el hecho de que esta operación incluye la búsqueda de objetos o partes de un arma perdida se debe tratar como confidencial".
Al final de esa oración aparece la palabra en código "NOFORN", que significa que no se podía le revelar a ningún país extranjero.
"Durante las conversaciones con los daneses, esta operación se debe mencionar como un estudio, repetimos, un estudio del fondo debajo del punto de impacto", continúa el texto.
Problemas técnicos
Sin embargo, la búsqueda submarina se vio frustrada por problemas técnicos y con la llegada de la congelación invernal aparentemente comenzó a cundir el pánico, según los documentos. Los fragmentos del arma perdida, además de contener uranio y plutonio, eran altamente secretos debido a que el diseño, la forma y la cantidad de uranio que contenían podían proveer información sobre elementos clasificados de la fabricación de ojivas nucleares.
Eventualmente, se abandonó la búsqueda.
Los diagramas y notas incluidos en los documentos desclasificados muestran que no fue posible explorar toda el área en que se habían diseminado los restos del avión.
Conversamos con varios funcionarios que participaron en las investigaciones, entre ellos William H. Chambers, un ex diseñador de armas nucleares en el laboratorio de Los Álamos, EE.UU., que dirigió un equipo encargado de accidentes, incluido el de Thule. "Hubo cierta desilusión debido a lo que uno podría llamar la incapacidad de recuperar todos los componentes", le dijo a la BBC.
Chambers nos explicó la lógica de la decisión de abandonar la búsqueda: "Si nosotros no podíamos encontrar las piezas clasificadas, sería muy difícil que otros las hallaran".
Preocupación
Los investigadores también llegaron a la conclusión de que el material radioactivo resultaría inocuo, al disolverse en ese cuerpo de agua tan inmenso.
Otros funcionarios que han visto los documentos clasificados confirmaron el abandono de un arma.
El Pentágono prefirió no emitir comentarios sobre nuestra investigación y nos dijo que consultáramos los estudios oficiales anteriores.
Pero el accidente, la operación de limpieza y el misterio de la bomba perdida han seguido preocupando a quienes estuvieron presentes en esos momentos -y a quienes viven ahora en la región- por los posibles impactos medioambientales y sanitarios de aquel día de 1968.
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